Los muros que construimos alrededor de nosotros nos protegen contra la tristeza, pero también impiden que nos llegue la felicidad.
Existen tantas noches como días, y cada una dura lo mismo que el día que viene después.
Hasta la vida más feliz no se puede medir sin unos momentos de oscuridad, y la palabra "feliz" perdería todo sentido si no estuviese equilibrado por la tristeza.
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